Foto: Eduardo Carrera / AFV
Es domingo y llueve, apenas despuA�s del mediodA�a, subimos las escaleras y los actores deambulan por el espacio, mate en mano y ese claro de luz que entra por el ventanal, compartimos. Mate, espacio, sonrisas, intercambiamos, experimentamos el teatro como espacio de encuentro, de estar entre pares. Traen un pizarrA?n, lo ubican en el medio del espacio y escriben «Mi hijo solo camina un poco mA?s lento» y asA� comienza la segunda parte de esta experiencia escA�nica escrita por Ivor MartiniA� yA�dirigida por Guillermo Cacace en Apacheta Sala Estudio.
Relatos. Cada actor presenta un relato, de lo que pasA?, de lo que estA? pasando, de lo que vemos y lo que no, se su punto de vista, de varios puntos de vista. Acciones que se representan en el relato. Todos vestidos con ropa deportiva, que corren, se mueven, que derrochan energA�a, y uno que no puede caminar pero que cuesta aceptarlo. Como en bA?squeda del espacio a ocupar, del cansancio como punto de partida, de experimentaciA?n escA�nica.
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Desde que nos sentamos hasta que decidimos pararnos para irnos nos invade una tensiA?n caracterA�stica de eso que se muestra pero no se dice, asA� como tambiA�n nos invade una belleza que tiene que ver con lo incapturable del teatro, de ese momento vivido en el aquA� y ahora, que sucede para nosotros y del que somos parte. Con un texto precioso, actuaciones que le ponen el cuerpo a un relato de tal forma que vemos acciones en descripciones que alimentan la imaginaciA?n de forma constante, vemos el claro de luz que entra y, este domingo tambiA�n, el sonido de la lluvia que acompaA�a.
Madres que parecen hijas, hijas que se vuelven madres, la soledad, la necesidad de atenciA?n, lo que se recuerda y lo que no, las ficciones que resultan mA?s felices que la realidad, lo que no se quiere ver, lo que se niega, la aceptaciA?n, la necesidad de un otro, momentos de encuentro y de desencuentro, la diversidad,A�son algunos temas que se ven en escena, con los que podemos identificarnos, que tienen eso de individual y general a la vez que tanto emociona en el teatro.
Es el cumpleaA�os de Branko, que tiene una enfermedad que lo obliga a usar silla de ruedas, cada miembro de la familia reacciona de forma distinta en esta fecha y van saliendo a la luz conflictos familiares que pueden parecer disparatados pero que son tan reales queA�el contacto visual que los personajes van haciendo con el pA?blico nos va interpelando cada vez mA?s.
Y en un momento llega el final, con un silencio absoluto. No nos movemos, ni atinamos a aplaudir ni decir palabra, no podemos. Se necesitarA? de unos minutos mA?s para que comiencen a aparecer los primeros aplausos, luego comenzamos a contagiarnos y aplaudimos todos, pero cuesta tanto romper ese silencio que pareciera que tanto de forma individual como colectiva, la historia logra involucrarnos tanto que el silencio final es absolutamente necesario.
SA?bados y domingos 11:30 y 14 horas
Apacheta Sala Estudio: Pasco 623 (CABA)