«Ver de noche» por Mariana Mazover

Hay algo pesadillesco a la hora de la noche en el microcentro; la calle Esmeralda se pone fantasmal, desA�rtica. Pero ahA� estamos. Un grupo de espectadores a��no mA?s de dieza�� esperamos en la puerta del Edificio Esmeralda para entrar a ver a�?Ver de nochea�?. Pronto subiremos al segundo piso por un ascensor antiguo, pero ahora tenemos que esperar en la esquina de esa Buenos Aires sutilmente extraA�a. AA?n no abren las puertas pero una chica se asoma y nos entrega un programa de mano para que vayamos leyendo. Magdalena Yomha, la autora y directora, allA� nos cuenta que la casa a la que estamos a punto de entrar es la casa de su infancia. La casa de la abuela Uca, donde aprendiA? a jugar todos los juegos cuando era una niA�a y a la que convirtiA? tambiA�n en su espacio de creaciA?n cuando a los veinte aA�os se mudA? al altillo y lo convirtiA? en la sala de ensayo donde trabajA? con cada una de sus obras. Hay textos y hay fotos viejas en el programa de mano.

TambiA�n dice que esto es una despedida. La abuela Uca ya no estA? y el caserA?n habrA? de venderse pronto. QuizA?s instalen allA� un estudio jurA�dico, un estudio contable, quiA�n sabe; parece que las familias ya no buscan ese estilo de casas, ese estilo de vida. Entonces Magdalena ahora quiere despedirse de la casa que fue el centro de su universo creativo, con una obra que suceda ahA� mismo y que serA? tambiA�n el modo de despedirse de su amada abuela.

Me gusta, mucho me gusta ese gesto instalado en medio de la ciudad nocturna: hay que vender la casa, pero antes de venderla: A?ojo! A?Mucho cuidado! A?Esto estA? lleno de recuerdos!

Se abren las puertas. Subimos por las escaleras o por el ascensor de un edificio de arquitectura antigua y ya podemos tener algunas claves de lectura. A?CA?mo se elabora poA�ticamente la experiencia del duelo? A?De quA� manera ese intento por recobrar un tiempo pasado, ido, puede constituirse como matriz dramA?tica, literaria y poA�tica? A?Hay una memoria del espacio? A?CuA?l es su naturaleza? A?CuA?l es la relaciA?n entre creaciA?n literaria y experiencia? Se puede vender una propiedad, es cierto, pero… A?una casa, una casa de la infancia, puede estar en venta?

En El concepto de ficciA?n Juan JosA� Saer sostiene que la imaginaciA?n literaria estA? hecha de grados a travA�s de los cuales tratamos de reencontrar la experiencia y que, por lo tanto, todo procedimiento literario parte de la experiencia. Desde esta perspectiva la literatura entrelaza lo imaginario y lo existente transformando al mismo tiempo lo imaginario en existente y lo existente en imaginario. Dice Saer que sin esa dialA�ctica estamos fuera de la literatura. En Ver de noche, la deslumbrante obra de Magdalena Yomha, esta dialA�ctica es doble. La directora trabaja literariamente no solo con el flujo de recuerdos e imA?genes de su memoria a��una memoria que es entraA�ablemente personal pero que remite A�tambiA�n a la memoria colectiva (la memoria comA?n de todos nuestros abuelos, el ADN de todas nuestras familias: la emigraciA?n, la guerra)a�� sino que tambiA�n trabaja con el flujo de recuerdos y la memoria que habita el espacio mismo. Muebles, paredes (voces detrA?s de los muros), ventanas, objetos (licores, cristalerA�a, cuadros, libros, juegos de mesa), todo ese territorio fA�sico, espacial, concreto de lo vivido estA? expuesto y usado en cada escena, seA�alando las huellas de un tiempo dorado que reconocemos rA?pidamente como parte constitutiva tambiA�n de nuestra memoria. Ese es el gran hallazgo del uso de la casa de su infancia para la creaciA?n y la puesta en escena de la obra, y no resulta casual, entonces, que el personaje masculino que hilvana a los personajes femeninos sea un escritor. Ver de noche aprovecha tambiA�n esta preguntaA� a��la relaciA?n de la imaginaciA?n literaria con la experienciaa�� y recurre a esa figura paradigmA?tica, la del escritor (un maravilloso trabajo de HernA?n Bustos) para articularla dentro de la narraciA?n.

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AsA�, en Ver de noche el escritor atormentado es quien nos recibe y quien oficiarA? de guA�a en todo el recorrido por la casa, ambiente por ambiente, pasillo por pasillo. Nos cuenta que una mujer a��su amadaa�� se ha ido en medio de la noche diciA�ndole que irA�a a tirarse al rA�o y mientras espera saber de ella en su larga noche de insomnio sus fantasmas, la sombra de las mujeres de su vida lo persiguen en una espiral que lo confronta con todos los enigmas y los atolladeros de la creaciA?n, de la existencia, del amor y de la memoria. Como espectadores somos conducidos por un laberinto en el que cada ambiente de la casa revela una arista distinta de la historia que se cuenta y, al mismo tiempo, cada espacio al que ingresamos nos plantea una estrategia espectatorial diferente: cambiamos de posiciA?n, cambiamos de distancia, cambiamos de personaje y de punto de vista, cambiamos de tonalidad y cambiamos de emociones una y otra vez, pero siempre bajo el influjo permanente de la fascinaciA?n. Porque en Ver de noche asistimos al modo en que la memoria elabora, distorsiona y recrea adentro de un espejo el pasado, lo perdido y lo imaginado tramitado bajo la forma del sueA�o y la fantasmagorA�a, arrancA?ndonos del tiempo, poniA�ndolo en suspenso y creando uno enteramente nuevo.

Agustina SuA?rez, Mariela Verdinelli, Luciana Ladisa, Tatiana Sandoval y Alejandra Delorenzi encarnan a cada uno de los personajes femeninos en notables trabajos individuales capaces de construir, bucear y conmovernos en esa atmA?sfera de textura extraA�ada y dolida. Magdalena Yomha acierta como directora y como dramaturga al proponer un lenguaje integral potente y desmesurado. El trabajo sobre la materia expresiva, visual, sonora y lumA�nica de cada ambiente de la casa es extraordinario y esa densidad poA�tica se abraza a la belleza de un texto dramA?tico que se anima a trabajar sobre la cornisa de la literatura y de la poesA�a sin coartadas que minimicen el riesgo.

Porque eso es Ver de noche: la propuesta de una experiencia que trastoca nuestra relaciA?n cotidiana con los espacios, con los objetos, con los recuerdos y con el lenguaje. Es tal el impacto y la transformaciA?n que momentA?neamente produce en el espectador la experiencia de estar inmerso esa realidad poA�tica, en esa temporalidad, en esa espacialidad otra, que de pronto es la ciudad que quedA? afuera la que se nos revela como verdaderamente extraA�a cuando podemos divisarla a travA�s de un enorme ventanal en una de las escenas. Y ese es el gran mA�rito de la obra: subvertir ese orden. QuA� la ficciA?n por prepotencia de lenguaje se nos vuelva segunda piel y que podamos ver desde allA� lo escandalosamente extraA�o y fA?til del afuera. A?Una casa no es una propiedad, seA�ores!.

Vuelvo al programa de mano. Insisto con A�l porque es el espacio desde el cual la obra construye su legibilidad. Cuenta allA� Magdalena que la abuela Uca amA? a todos los artistas que pasaron por esa casa, que ellos la amaron a ella y que cada vez que habA�a un ensayo decA�a a�?quA� alegrA�a, la casa estA? vivaa�?. Una casa es algo distinto a una propiedadA�y Ver de noche, ante la inminencia de una transacciA?n futura, como un caballo de Troya implantado en medio de una ciudad horrible, ya tiene desplegados su arsenal y su estrategia de guerra.

Reservas: ideascalidas@yahoo.com.ar

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Dramaturgia: Alejandra Delorenzi, Magdalena Yomha
ActA?an: HernA?n Bustos, Alejandra Delorenzi, Carolina FernA?ndez Kostoff, MarA�a Eugenia Grillo, Luciana Ladisa, Tatiana Sandoval, Mariela Verdinelli
Vestuario: Mercedes Arturo
IluminaciA?n: Marco Pastorino Cane
MA?sica original: Gabriel QuiA�a
FotografA�a: Patricia Ackerman, Harald Lenud Pic
Asesoramiento coreogrA?fico: JazmA�n Titiunik
Asistencia De escenas: Ciana Contrera
ProducciA?n: PlA�yades
Puesta de luces: Camilo Bartolini
DirecciA?n: Magdalena Yomha

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