Fotos: AyelA�n Figueroa; collage: Julieta Maisonnave.
En un tiempo fuera de tiempo, en donde el espacio es el encierro mismo y lo absoluto tiene un rostro, dos mujeres y dos hombres luchan por sobrevivir. Lodebar es un refugio donde los valores y la a�?verdada�? permanecen contra cualquier amenaza y adversidad.
El Gran Hermano de Orwell estA? encarnado en el Absoluto, quien a travA�s de una telepantalla dicta sentencias sobre la vida de los demA?s, determina quA� es lo verdadero, cuA?nto tiempo dura, y hasta quiA�nes son los otros. Un control total ejercido por el miedo. Salir del refugio lodebariano es correr el riesgo de morir, de estar solo, de la nada misma.
La dominaciA?n en Lodebar es de cuerpo y mente. Los cuatro sobrevivientes a la catA?strofe humana son sometidos a difA�ciles rutinas fA�sicas basadas en un sistema de recompensas y castigos. Son obligados a participar (como si fuera un programa de televisiA?n) de acertijos y juegos mentales para mantener su mente lA?cida, pero solo para saber lo que se pregunta sin poder pensar algo diferente o fuera lo de establecido.
La puesta tiene muchos guiA�os a la literatura orweliana y a los Juegos del Hambre.A�Es una combinaciA?n perfecta de ambas creaciones, sazonada con la mA?sica y la paranoia de la serie UtopA�a, de Dennis Kelly.
La crA�tica al sistema es una de las grandes figuras de la obra. Se destaca la supervivencia del mA?s fuerte como lA�der de la manada, quien finalmente impone las reglas. El amor, la nostalgia y la diversidad no existen en Lodebar. Los objetos son todos del mismo color. Esto crea una atmA?sfera lA?gubre y oxidada. Las mA?scaras de oxA�geno y los controladores de presiA?n y signos vitales mecanizan la vida hasta en el mA?s mA�nimo detalle.
La puesta en escena no se mantiene por el diA?logo. La gestualidad de los cuatro actores no solo revela el profesionalismo, sino que nos lleva a sus sentimientos mA?s profundos, esos que parecen haber desaparecido en Lodebar (o mA?s bien haberse olvidado).
Se destaca el gran libro y la direcciA?n de Julieta Maissonnave, que no dejan detalles al azar, asA� como su propia A�actuaciA?n en el papel de Menos.
La musicalizaciA?n y el diseA�o de luces construyen climas de soledad, desesperaciA?n, mecanizaciA?n y angustia a lo largo de la puesta. El vestuario a cargo de Laura GuzmA?n resalta el deterioro, la ruina y la oscuridad que no solo se aprecian en la escenografA�a, sino que el mismo Lodebar se lleva puesto en las mentes y hasta en la ropa misma. El uso arriesgado y muy acertado de linternas nos transporta a enfrentar junto con esas dos mujeres y esos dos hombres el destino, la vida misma.El mito de la caverna de PlatA?n es una de las analogA�as que dispara la obra.
Lodebar, palabra de origen hebrea que significa a�?tierra de nadaa�?, es una tierra A?rida, hostil y seca, donde no crece el pasto ni produce fruto la tierra. Es un lugar inhA?spito donde se refugiaban los endeudados, los despojados, los perseguidos, los abusados y los maltratados por la vida; los que habA�an caA�do en desgracia.
La repeticiA?n de los ideales de Lodebar trabaja a la perfecciA?n la idea de automatizaciA?n del vivir que deja de lado el riesgo a lo nuevo. Vivir adentro o afuera del refugio. Arriesgarnos a vivir o a ser sometidos.
Jueves a las 21 horas
Teatro PorteA�o: Corrientes 1630 (CABA)
Ficha tA�cnico artA�stica
ActA?an: Claudio Glennon, Patricio Gabriel Ibarra, Julieta Maisonnave, Micaela MartA�nez, Alejandro Segovia
DiseA�o de vestuario: Laura GuzmA?n
DiseA�o de escenografA�a: AnA�bal Barrios, MartA�n Caballero
RealizaciA?n de escenografA�a: AnA�bal Barrios, MartA�n Caballero
Audiovisuales: Florencia Maisonnave
Asistencia de direcciA?n: Claudio Glennon
ProducciA?n: Guido Formichelli, Carina Gamarra
DirecciA?n: Julieta Maisonnave